Sí, los activistas gays quieren castigar a los conservadores cristianos
Lo he dicho durante años, y he sido despreciado por hacerlo, que los que salieron del “closet” quieren ponernos a nosotros en el “closet”-refiriéndose, por supuesto, a los activistas LGBT. A la luz de la reciente amenaza por parte del primer donante político LGBT en Estados Unidos, es difícil despreciar mis palabras ahora.
Llámame paranóico si quieres, pero simplemente cito lo que Tim Gill, el principal donante político LGBT, dice en sus propias palabras: “vamos a entrar en los estados más duros del país”, declara. “Vamos a castigar a los malvados” – refiriéndose a los cristianos conservadores. En resumen, si usted no apoya el activismo LGBT, ya sea como ministro o como empresario, será castigado. Ese es el objetivo de Gill, y negarlo, es estar en negación.
Según la revista Rolling Stone, quienes entrevistaron a Gill el mes pasado, él es el “megadonador detrás del movimiento de los derechos de la comunidad LGBT” quien “convirtió una fortuna $500.000.000 en la fuerza de mayor alcance de la nación por los derechos de LGBT.
De hecho, sus logros son impresionantes:
“Hoy en día, la extensa red LGBT junto a los grupos de defensa de Gill, rivaliza con cualquier operación de gran dinero en el país.” La Fundación Gill, que inició en 1994, subscribe la investigación académica, el sondeo, el litigio, el análisis de datos y la organización de campos.
Un grupo político lanzado una década después, ha ayudado a elegir a cientos de legisladores a favor de la igualdad a nivel local, estatal y federal. Outgiving, su club de donantes, entrena a los financiadores LGBT más ricos del país sobre la mejor manera de gastar su dinero.
Las huellas dactilares de Gill están en casi todas las grandes victorias en la marcha en favor del matrimonio gay, el caso del 2003, Goodridge v. Dept. de Salud Pública, convirtió a Massachusetts en el primer estado en permitir el matrimonio del mismo-sexo; la decisión de la Corte Suprema, Obergefell v. Hodges, dos décadas más adelante, lo legalizó en los 50 estados. “Sin lugar a dudas”, dice Mary Bonauto, abogada que argumentó el caso Obergefell, “no estaríamos donde estamos sin Tim Gill y la Fundación Gill”.
Entiendo, por supuesto, que para él se trata de una cuestión de igualdad; y en su mente, está luchando contra las prácticas y leyes discriminatorias. Para él, esto es una cuestión de equidad y justicia; y nosotros, que nos oponemos al activismo LGBT, somos personas “malvadas” que deberían ser “castigadas”. Cuando tu cosmovisión está al revés, esa es una conclusión lógica.
Continuando esa lógica, aquellos que creen que un niño debe tener una madre y un padre son el KKK. Aquellos que no pueden participar en una “boda” del mismo sexo son nazis. Aquellos que no quieren un niño biológico compartiendo un vestuario con su hija son fanáticos de la transfobia. Y obviamente, el KKK y los nazis y los intolerantes son gente malvada, y la gente malvada merece ser castigada. Tal es la lógica del activismo LGBT.
Acabo de regresar de Ontario, donde un niño puede ser removido del hogar de sus padres y criado por otros si los padres no afirman el género percibido del niño. Y en todo Canadá, usted puede ser penalizado por no usar el pronombre de género preferido de una persona.
Aquí en los Estados Unidos, CBN News informa que “California está en camino de aprobar una nueva ley que hace ilegal llamar a los ciudadanos transexuales de la tercera edad, un pronombre que no les gusta.” Por ejemplo, si una persona mayor que nació masculina y vive en un centro de cuidado a largo plazo desea ser llamada ‘ella’, los trabajadores allí deben hacerlo o se enfrentarán a consecuencias. La ley propuesta se aplicaría incluso en las instalaciones cristianas.
Pero de nuevo, nada de esto debería sorprendernos, así como no debemos sorprendernos con los últimos intentos de la comunidad LGBT de adoctrinar a nuestros hijos.
Por eso he dicho durante años que los que salieron del “closet” quieren meternos en el closet, refiriéndose, por supuesto, a los activistas LGBT. Y tanto como los críticos desdeñaron mis palabras hace más de una década, burlándose de mí como paranóico y loco, es difícil despreciar esas palabras ahora.
Es por eso que debemos estar más decididos a defender lo que es correcto, sin importar el costo o la consecuencia, y debemos hacer esto mientras seguimos amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Eso significa que podemos ser amables y amorosos con nuestros compañeros de trabajo LGBT, miembros de la familia, y amigos sin celebrar sus relaciones o afirmar sus causas. Como conservadores cristianos, así es como vivimos.
Usted podría decirme, “¿a quién le importa ser castigado?” Si los activistas gays vienen tras nosotros para hacer lo que es correcto, que así sea. Nuestros hermanos y hermanas en otros países están siendo masacrados por su fe, así que lo menos que podemos hacer en Estados Unidos es tomar una posición justa. “Los activistas gays apenas nos decapitan o nos lanzan a los leones”.
En principio, estoy de acuerdo con usted, y estoy muy feliz de tomar una posición, pase lo que pase. Pero hay algo más en lo que pienso. ¿Qué hay de nuestros hijos y nietos y bisnietos? ¿Qué clase de mundo les estamos dejando?
Es por eso que debemos retroceder contra aquellos que quieren castigarnos por nuestra fe. La libertad no es algo que se entrega sin una lucha piadosa.
Fuente: /www.onenewsnow.com